domingo, 11 de enero de 2009

TIEMPO 2

Se quedó sentado un instante junto a la lámpara de aceite, pensativo. El movimiento circular de la rueca era casi hipnótico y la vida, en ese instante, se le antojó efímera e insignificante. Con cada vuelta se daba cuenta de cuantas cosas giraban, de cómo todos los recorridos eran en realidad circulares. Desde los ciclos de la tierra hasta el del agua. Todo tenía un principio, un final y una vuelta al principio.
El pedal de la rueca chirriaba suavemente bajo los acompasados impulsos del pie de la hilandera cuya sombra se recortaba contra la luz de la vela. La señora parecía llevar allí todo el día, impasible, silenciosa. ¿Cuantos ciclos habría visto pasar?¿cuantas tardes pasadas en la oscura habitación la habrían llevado a donde estaba ahora?
De repente, la hilandera enhebró un hilo de color blanco y siguió girando la rueca de forma muy lenta. Y él comenzó a recordar su niñez...Y ella soltaba el hilo muy lentamente. Recordaba los días soleados, el olor a cesped de final de primavera y sentía que nunca nada volvería a ser como en ese tiempo. Pero no lo hacía con resignación, sino aceptándolo tal y como era. Ya hacía mucho que había aprendido que debía encontrar su sitio en el mundo y que había cosas contra las que no podía levantarse y luchar. Y recordó, mientras la hilandera pasaba el hilo con más rapidez, las ansias que antaño tuvo por cambiar las cosas, por dejar huella, por ser diferente a los demás. Desde su posición ahora podía ver cuan dividida se encuentra un alma en pleno aprendizaje, queriendo separarse del rebaño pero ambicionando al mismo tiempo amar como la gente del montón, sentir como la gente del montón y llegando a envidiar el anonimato que pretendes desterrar. 'Qué bien se ve la niebla cuando estás en lo alto de la montaña' pensó. Y lo recordaba con una sonrisa, ajeno ya casi al ruido de la rueca, que se aceleraba un poco más.
Y sintió, a medida que pasaba el hilo, que su fuego se había ido apagando y que, cada vez, iba siendo más difícil encontrar voluntad y ganas para las cosas. Nunca le había dado importancia a todas esas pequeñas cosas que transcurren en un segundo plano de nuestra existencia y que, inexorablemente, nos van cambiando sin darnos cuenta hasta convertirnos en lo que realmente somos. Y vino a su mente la idea del camino, desde el momento en el que alguien empieza a recorrerlo, hasta que lo abandona. Comprendió entonces que cada uno es lo que es al final del camino, cuando ya no puede andar más. Claro que es todo lo que ha recorrido, pero sólo lo es cuando llega al final.
La vieja lámpara de aceite casi se había consumido y la hilandera paró. Era ya noche cerrada y debía ponerle fin a la jornada también.
-¿Volverás mañana?- dijo la hilandera.
- Como cada día - respondió el con una sonrisa.

Sólo he tenido unos minutos para hacerlo esta vez. La tercera parte contará con toda mi atención ;)

jueves, 27 de noviembre de 2008

Tiempo 1

Bonito invento, sinceramente.
¿Por qué no paramos a pensar lo que realmente es? Tenemos tantas cosas importantes interiorizadas que ya no les prestamos atención. Es curioso como somos esclavos de una forma de medir repeticiones de eventos de la naturaleza. Me gusta pensar que el tiempo no existe. Que lo hemos inventado nosotros. El ser humano necesita tener principios y finales. Siempre. Es lo que creemos que da sentido a todo lo que hacemos.
Por otro lado, nuestra medida del tiempo siempre está relacionada con el espacio, en este caso distancia, recorrido por algo superior y, en principio, inalcanzable: Una vuelta de la Tierra sobre sí misma o alrededor del Sol, la posición de las estrellas con respecto a la de la Tierra, etc... No hay, a priori, concepto del tiempo que no esté ligado al espacio. Esto nos llevaría a pensar que el concepto de tiempo no existe por sí solo. Después de todo, la referencia de un reloj es siempre otro reloj. Son los conceptos que tenemos interiorizados y asimilados. Cualquier otra cosa que se salga de nuestro concepto de realidad hará que la neguemos o rechacemos...hasta que la magia se convierta en ciencia.

Esto ha sido una pequeña introducción que nos va a servir para abordar otro tema relacionado.
Lo abordaré en cuanto pueda.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Ante bellum...

...memento mori.

Si. Un buen consejo...y antiguo. Incitó a mucha gente a pensar en la muerte antes de ir a la batalla. Es posible que nadie le de importancia ya, pero es esencial que cada individuo adquiera conciencia de sí mismo, no como parte de un engranaje (eso ya lo sabemos) sino como ser individual e independiente. Es en ese momento cuando uno se da cuenta de todo lo que puede hacer. Y siempre es más de lo que uno se esperaba. Estamos tan preocupados por sobrevivir en un sistema autoimpuesto, aunque muchas veces necesario, que nuestros instintos menguan hasta convertirse en un pájaro enjaulado que ya no lucha por escapar. No era mala idea en la antigüedad, darle nuevas alas a ese pájaro antes de una batalla. Una pena que les durara tan poco.
Lo curioso de todo esto es cómo una estúpida frase puede despertar cosas en un alma. Si nos preocupásemos de vez en cuando por hacernos las preguntas correctas, necesitaríamos mucho menos de lo que nos han hecho creer que necesitamos. "Antes de la batalla, recuerda que morirás." No necesariamente en la batalla, pero morirás. Eso siempre es cierto...

Cuando me aburra, os cuento más chorradas :)

Primera entrada

En fin. Me ha picado la curiosidad y he creado un blog. Nunca he sentido necesidad de publicar cosas y darlas a conocer, pero bueno, puede ser un buen ejercicio si mi infinita vagancia me lo permite ;)

"Ante bellum, memento mori."